jueves, 17 de septiembre de 2015

Creencias indígenas de los volcanes & El origen de sus nombres del Ecuador.






Creencias indígenas de los volcanes
&
El origen de sus nombres.

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Los volcanes, las altas cumbres nevadas y el fuego que contienen en su interior, han desempeñado un papel importante en la cosmovisión de los pueblos indígenas que han habitado en el Altiplano Central de todas las culturas indígenas desde tiempos inmemoriales en américa.

 

Así, se ha sugerido que la primera deidad importante que los pueblos de las cuencas y faldas de las cordilleras eran considerados  los ancianos del dios del fuego, en clara referencia al vulcanismo como fuerza amenazante de la naturaleza así Los volcanes eran concebidos como personas claramente diferenciadas en cuanto a su sexo, eran hombres o mujeres..

El Chimborazo.

Según diversas opiniones es un volcán apagado, cuya actividad se remonta a muchos siglos atrás. Este volcán, conocido también como “El cíclope de Los Andes”, tiene la altura de 6.310 m.s.n.m., siendo la parte ocupada por la nieve de 2.220 metros

El Tungurahua

 Es un demonio malévolo e infernal para incontables nativos de la Amazonía; para los indígenas tungurahuenses y chimboracenses es una diosa, pero que castiga a las criaturas de sus dominios –cuando está con coraje– con el estiércol de sus evacuaciones eruptivas.

Imbabura y Cotacachi

Imbabura Urcu es el cerro protector masculino, de carácter sagrado, de la región de Imbabura. Su nombre es Taita (Papá) Manuel Imbabura. Es un hombre grande y viejo, un sombrero grande cubre su cabeza blanca. Frente a él está el volcán-nevado Cutacachi. Cuyo nombre proviene del verbo cutana: "moler, triturar, desmenuzar, pulverizar; piedra de moler", y de cachi: "sal"; puesto que en el Cutacachi hay gran cantidad de sal. El Cutacachi Urcu es el cerro protector femenino, de carácter sagrado, de la región. Su nombre es Mama María Isabel Cotacachi, una mujer ya entrada en edad.
Pichincha

Pichincha.

Por el momento es difícil encontrar el significado de la palabra Pichincha. Según Aquiles Pérez (“Quitus y Caras”, Quito, 1960) la etimología del nombre de este macizo volcánico se derivaría del Colorado: “pi, agua o río; chin de chino, llorar; cha de charri, bueno: bueno que hace llorar con agua”. Si este significado es válido, es clara la analogía con la concepción de que las cumbres de las montañas, como centros de los nublados que producen las lluvias y sus flancos como lugar de origen de los manantiales, son fuentes de vida y fertilidad. El volcán Pichincha pudo haber sido considerado “dios o diosa de la lluvia”.

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